lunes, 22 de abril de 2013

Volver sin culpas ni disculpas


Supongo que deje de escribir porque no tenía nada que decir, suena a cliché de escritora frustrada (sí, eso también lo soy), pero es verídico y lo he visto en miles de ocasiones: las palabras solo salen cuando deben salir, yo le llamo “vómitos literarios” en el buen sentido de la frase, es expulsar todo lo que tienes dentro porque te hace daño,te va carcomiendo el alma. En algún momento deben operar algo indescifrable en mi cabeza que me grita: “sácame de aquí."

Y lo sigo sosteniendo no es simple, se pueden pasar horas, días y meses frente al teclado o el cuaderno sin que salga una oración.

Pero siento que he ingerido una dosis casi letal de experiencias  los últimos dos años, y se acerca la hora, el instante, el momento donde me desdoblo y  veo todo desde afuera a través de una gran ventana, empiezo a entender, asimilar.

Resuenan ecos en mi memoria queme impiden dormir,  vuelvo sin culpa y sin disculpa a vomitar palabras,  me gritan sin piedad que las saque. Tomo el espejo de mi mesa de noche me miro y casi imperceptible reconozco esa sonrisa tímida de felicidad, levanto la mirada una vez más y murmullo suavemente frente a mi imagen: “esto recién empieza.” 

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