Llegando a casa me puse a buscar la única palabra que se me venía a la mente, o quizás porque la escuché mucho o mi materia gris la repitió sin piedad en muchas ocasiones: miserable que como dice Wikipedía se definiría como: “De escasa cuantía o valor: Malvado, perverso: desdichada infeliz o mezquina.”
Hago una rápida pero certera:“confesión de conciencia” a lo que de adulta tradujo como “hable con vos misma y decirte las verdades en la cara sin ser pendeja” (lo aprendí en la Iglesia Católica,Muchas Gracias) y realizando el tan arduo auto-examen concluyo que si; soy miserable hasta puntos extremos, y lo peor del asunto es que no me importa que San Pedro me este esperando a las puertas del cielo.
Pienso que a lo mejor no es mi culpa sino esa naturaleza humana que nos domina a todos para sobrevivir en estas “ciudades” tan mal hechas y venenosas que una selva
¿Dónde sobreviviré?: Quizá la respuesta sea la más fuerte y más despiadada perversa razón que nos jactamos de tener…
He aquí el resultado de lo que ustedes y yo (no dejo esa maldita maña de cargar con culpas) de lo que me he convertido, una miserable más que arrastra el esqueleto por la burda ciudad, mintiendo, aparentando, fingido, siendo más;hipócrita de lo que verdaderamente soy: un despreciable ser que se enorgullece de su raciocino y anda por las caóticas ciudades o por la vida desorientada buscando lo mismo que todos los seres vivos buscamos sin querer: nacer, crecer, reproducirse y morir…
En mi caso valdría la pena preguntarme -¿Cómo lo he hecho en repetidas ocasiones?- voy a ser una indigente que anda por la vida o haré algo para cambiarlo?
La respuesta es clara y más que abierta a infinidad de posibilidades.
31 Enero 2010
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