"Voy a contarles de qué se trata perder algunos kilos y vitalidad para encontrar la verdad. En verdad, el hambre nunca se pierde. Siempre está ahí, agazapado, aunque por un rato no duela. Los que alguna vez jugamos con el hambre
sabemos que no se pierde.
Ahora bien, ¿qué más perdemos cuando pensamos que
perdemos el hambre?
Perdemos de vista lo importante: de pronto un
par de calorías nos parecen un desastre
del que no sabemos cómo vamos a
recuperarnos.
Perdemos la capacidad de emoción,
nos convertimos en autómatas.Contamos calorías, contamos días.
Perdemos también la capacidad
de disfrute: lo que antes era comida
ahora son números. Así, una manzana
es ochenta,un postrecito es ciento veinte.
Viajamos a un lugar donde pocas cosas cuentan:
las calorías; cuentan, la fuerza de voluntad, el dolor que hay que sentir para poder llegar a un
equilibrio loco. Ese equilibrio
cuesta. Cuando tenemos hambre —no hambre de
“hace dos horas que no como nada”, hambre de verdad— nos convertimos en las
personas más frágiles y nos sentimos a la vez las más
poderosas.
Sabemos que
todos los demás sucumben, que el resto del mundo,
vos no, Vos no necesitás comer. Sos
casi superior. Casi perfecto. No hay certezas, sólo un espejismo: no necesitamos nada.
Sufrir por hambre nos hace menos
vulnerables a otros dolores: nos hace
insensibles, nos hace fríos;¿A dónde queremos
llegar? A no necesitar.A no pensar, a flotar. A caminar por la nieve sin dejar huellas. A dejar el cuerpo,
a vivir en otro nivel espiritual donde no necesitamos
nada: ni personas, ni abrazos, ni
besos, ni comida, ni calorías, ni
recibir ni demostrar amor.
Es la no necesidad absoluta, la
independencia de todo. “No necesito este
cuerpo, lo voy a dejar morir”.
Cuando luchamos tanto por perder el
hambre sabemos que también vamos a
perder otras cosas: las
amistades, la familia, el contacto real con la gente que se preocupa por nosotros.
Todas las tareas se vuelven
trabajosas: caminar nos supone un esfuerzo desgarrador; dormir, un desafío. Perdemos
el sueño.No es agradable, es doloroso. Perdemos la esperanza
¿Qué hay para mí? ¿Más dolor? Y ahí aparece el
deseo, el único, el de dejar de
vivir. ¿Cómo hago para no tirarme
a llorar todo el día si tengo hambre? ¿Cómo hago para soportar a la tía vieja que dice
“me siento mal, hoy no almorcé” cuando uno lleva más de once días
sin ponerse nada en la boca?
Voluntad férrea: una anoréxica todo lo puede. Todo.
¿Qué nos perdemos? El placer de prender el horno y que se caliente la casa en
invierno. El placer de llegar y sentir olorcito a recién cocinado, olorcito a
torta, a budín, a tarta de choclo. Las sonrisas de las personas a quienes les
regalamos lo que cocinamos.
El
día que me puse a cocinar me di cuenta de todo lo
que me estaba perdiendo y, sobre todo, me di cuenta de que me gusta mucho. Tuve que
hacerme la pregunta:¿Por qué me gusta tanto cocinar, a mí, que me la pasé
luchando por no entrar en la cocina? Y encontré la respuesta: porque es algo que
empieza y termina en el día.
Porque por fin siento que estoy cumpliendo con una meta. Porque manteca, azúcar y
huevos siempre te van a dar unas galletas deliciosas, sin importar
tu humor, sin importar el clima.
Porque es seguro.
Algunos un
tiempo después descubrimos la razón por la que nos morimos de hambre. Tenemos tanto hambre de la verdad que la comida no nos satisface,
y hasta que no encontremos aquello que buscamos, vamos a
desahuciarnos, a dejarnos morir, porque estamos habitando un cuerpo que no nos pertenece, un
cuerpo que alguna vez fue ultrajado. ¿Quién dijo que la verdad nos
hará libres? ¿Cuánta razón tenía?
Toda. El día que lo supe me di
cuenta de algo: mi cuerpo es mío. Es
mi templo, es todo lo que tengo, fue el nido de mi hija, es el nido
de mi segunda. Es mío, me pertenece, nada que me haya hecho
nadie puede quitármelo.
Es con mi cuerpo que amo a mi hombre, a la persona que me
cuida. Me dejo amar a través de
él, me amo gracias a él, puedo abrazar, puedo besar,
puedo ayudar. Es mío, no importa qué
haya
pasado en el pasado ni cuán tullido se encuentre. Me pertenece. Y ya no me
muero de hambre.”
Cielo Latini
muy lindo!! me gusto mucho!!
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