jueves, 26 de junio de 2014

Te vas quedando solo

Por Jaime Bayly
El artista es responsable sólo ante su obra. Si es un buen artista, será completamente despiadado. Tiene un sueño, y ese sueño lo angustia tanto que debe librarse de él. Mientras no se libra no tiene paz. Arroja todo por la borda: el honor, el orgullo, la decencia, la seguridad, la felicidad, todo, con tal de escribir su libro". William Faulkner
Hay verdades que no por ser verdades deberías decir en público.

Cuando las dices en público y expones las verdades que otros querían ocultar, te dicen que eres un loco y un mentiroso, y que esas verdades, dichas en público, no son ya verdades, son una falsificación de la verdad.
Dicho de otra manera, cuando dices la verdad y solamente la verdad te vas quedando solo y te hacen fama de loco y ya nadie quiere contarte sus verdades ocultas porque saben que eres un peligro, una amenaza latente.
Esto es lo que creo que me ha pasado en Lima, la ciudad en que nací. Esto es lo que creo que me ha pasado desde me propuse ser un escritor. Esto es lo que creo que me seguirá pasando hasta que muera.
No sé o no me interesa vivir la vida sin escribir. No sé o no me interesa vivir la vida sin escribir las historias que siento verdaderas o que mi imaginación me impone como verdades ásperas, inevitables.
Lo que no equivale a que me sienta en posesión de la verdad. Puedo estar equivocado, sospecho que casi siempre lo estoy. Pero lo que da un mínimo sentido a mi vida es la persistencia en ser leal a lo que creo verdadero y en atreverme a escribirlo o decirlo aun si corro el riesgo de que me llamen loco.
Parecería que el acto mismo de decir la verdad en público destruye tu reputación. Lo que es verdad en privado, lo que puedes decir susurrando en privado, deja de ser verdad si lo dices en público, si rompes los códigos no escritos de la hipocresía y la duplicidad moral, unos códigos que no son vistos como formas de mentir sino como formas de ser bien educado.
Parecería entonces que decir la verdad en público es una grosería y que hay ciertas verdades que sólo debes decir en privado para no quedar como un patán. Parecería que decir la verdad en público es, en la ciudad en que nací, un acto reñido con los buenos modales y la decencia.
Soy un extranjero en mi país y un intruso en mi familia. Eso me pasa por decir en público ciertas verdades que sólo son ciertas cuando las dices en privado pero que pasan a ser falsedades, impertinencias cuando las dices en público. Eso me pasa por desafiar el orden establecido, la moral puritana, la vieja costumbre de ocultar las verdades que incomodan y nos recuerdan nuestras miserias humanas. Eso me pasa por creer que podía darme el lujo de decir y escribir lo que de verdad estaba en mi cabeza sin que hubiera un castigo, una reprobación moral y pecuniaria. Eso me pasa por creerme más listo y más fuerte que ellos, los que saben mentir, callar, disimular y encubrir. Pues no: al final son ellos los que se quedan con el dinero.
Y por decir la verdad, o por novelar tus verdades, te vas quedando solo, cada vez más solo, y te llaman loco y mentiroso, y te duele el repudio y el desdén de los que antes te querían y ahora te ven como una amenaza por decir las verdades que debías callar y no supiste callar, te duele, claro que te duele, y no por el dinero que ellos han heredado y tú no, eso no importa, te duele porque te quedas pensando que, por decir la verdad, tu propia familia te ve como un descastado, como un indeseable.
Lo que algunos llaman discreción, refinamiento o buena educación es lo que a menudo me parece falso. Lo que algunos llaman impertinente, grosero o mal educado es lo que con frecuencia me parece verdadero.
Al final no importa ya quién tiene la razón. Al final ya no sabes bien qué es lo verdadero y qué, lo falso. Al final sólo importa quién se queda con el dinero. Y son ellos, los que mejor saben mentir, los que mejor saben callar, los que se quedan con el dinero, los que te ganan la partida.
Porque hay verdades que no por ser verdades deberías decir en público, y cuando las dices te hacen fama de loco y te vas quedando solo.
Acostúmbrate a estar solo. Es lo que te espera.

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